Carta antigua
bequerescalante Saltillo México
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¿Por qué soy
tan imbécil?
¡Soy
un gran idiota!
¿Cuándo
voy a entenderlo?
La
vida es tan rara que me siento equivocado de existir, quizá debí haberme
quedado en la nada del universo para no saber lo que duele el no entender.
Ojalá
se desvaneciera mi alma como antes del principio de las estrellas en el que aún
no había nada y tal vez todo era mejor.
Si
tan solo pudiera salir a la luna y contemplar la lejanía del vacío y volar
hacia la eternidad.
¿Cómo
puedo conocer de la verdad? Si ni siquiera sé lo que soy.
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¿Tengo que depender de ti?
Me bloqueas el paso, ni siquiera conozco
a la perfección el mundo para entender si eres real.
Cualquiera puede inventar una historia y
asimilar para su bien los actos de la naturaleza.
Pero tú en cambio no te has dejado ver,
las ramas de los arboles susurran con el viento y en el cielo estruendos se oyen,
pero no sé si es tu voz que no puedo interpretar.
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No he dejado de suspirar tristezas en la
penumbra por pensar que mi vida no vale, que me desechas y que me aborreces.
¿Sabes?
Ya le perdí sabor a la vida y no conozco
la causa de mi ser.
Vivo, pero no me siento vivo, sé que
eres verdad, pero en mi mente está solo tu rechazo por no merecer tu gloria y
tu poder.
Ojalá pudiera recorrer el mundo y
comprender tu saber.
-
¿Cuánto tiempo falta para olvidar?
No se cómo piensas, no se si de verdad me
rechazas o soy yo con tantas inquietudes en mi imaginación, pero te diré.
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Abre mi pecho y entiende
¿Qué no ves que está muriendo mi alma en
su adentro?
¿Qué no ves que ya se derritió mi ser?
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Tengo frio, y no hay quien abrace mi corriente
vida,
Moriré a la noche, y no me levantaré
hasta que de nuevo vengas a esta olvidada pertenencia.
Me dijeron en el sueño de la noche que
jamás vendrías a verme, que ya me habías olvidado por herirte con mis labores.
-
Es estúpido hablar al aire pensando que me
oyes
Es inútil imaginar que me ves cuando realmente
te gozas con los tuyos.
Pero
¿sabes qué?
Yo ya perdí sentido y no encuentro la
salida a los enredos de la vida.
No importa si me aborreces y me sacas a
la puerta como perro de la calle que no tiene dueño.
No quitaré mis pisadas de la puerta y
tocaré hasta morirme diciendo que te necesito.
Si muero a la entrada de tu casa
llorando las suplicas de tu amor
Me sentiré bien al saber que al menos desprecié
a mi alma anhelando tu favor, aunque nuca me vuelvas a querer.
- bequerescalante

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